El Departamento de Justicia de Estados Unidos ha condenado a Jessica Leeann Sledge. Un nombre poco conocido, pero que sigue siendo alguien con mucho en juego. La mujer de Pelahatchie (Mississippi) recibirá una pena de diez años de prisión porque quiso contratar a un asesino usando bitcoin.
Hitman
Sledge fue condenada al máximo legal de 120 meses de prisión por «utilizar ‘instalaciones de comercio interestatal’ para cometer un asesinato por encargo». Eso es lo que escribe el abogado Darren J. LaMarca.
Según el expediente, Sledge trató de contactar con un sicario por internet entre septiembre de 2021 y noviembre de 2021. Envió pagos en bitcoin al hombre tres veces. El importe total fue de 10.000 dólares.
Sin embargo, sin que Sledge lo supiera, el «sicario» era un agente encubierto. Por lo tanto, ella estaba en contacto con un agente de forma indirecta y sin saberlo.
Woman pays hitman in #Bitcoin to kill her husband
Forty-year old Jessica Leeann Sledge pled guilty in February to hiring a purported assassin on the dark web and paying him in…https://t.co/5NNPjTnctl
— Money Trending #CryptoNews (@Money_Trending) August 2, 2022
La mujer fue detenida en noviembre del año pasado. Además de una condena de diez años de prisión, Sledge fue multada con 1.000 dólares. También será sometida a supervisión durante tres años a partir de su puesta en libertad.
Los pagos en bitcoin (por un total de 10.000 dólares) se hicieron cuando la criptomoneda más grande costaba unos 55.000 dólares. El pago sigue valiendo ahora unos 5.800 dólares (si los agentes de la ley no lo vendieron ellos mismos).
¿Privacidad?
Parecía un movimiento conveniente: un pago en bitcoin que nadie puede detener. Normalmente, el bitcoin se considera un método de pago que favorece la privacidad.
Sin embargo, todos los pagos quedan almacenados para siempre en la cadena de bloques, por lo que cualquier error futuro podría ser fatal. Los flujos de dinero pueden ser analizados e incluso las mezclas no parecen ser herméticas. Por cierto, un pago relámpago proporciona un tipo de privacidad completamente diferente, debido a la estructura de cebolla de la red.
En este caso, la privacidad no importaba en absoluto: la contraparte era un agente en sí mismo.